A partir de la novela Nit de reis: diario de una enfermera de 14 años de Ramona Via (1922-1992), Arnau Puig hace una adaptación al teatro con una narrativa sencilla, sin diálogos, cargada de inocencia y con una mirada objetiva que aumenta el dramatismo de aquel 1938, las últimas quintas, la del biberón y los primeros meses de la dictadura.
Arnau Puig conduce el espectáculo con maestría, con cambios de escena rápidos pero de forma muy fluida. La obra camina sin prisas y cada escena se entrelaza muy bien con la siguiente. El engranaje es perfecto, no hay rendijas. Todo está en su sitio, el tono, la escenografía, las actrices. Ellas son Cinta Moreno y Laura Roig que actúan con naturalidad, se hacen escuchar de manera suave y nos llevan a este mundo íntimo, cotidiano, de un pueblo en plena guerra en el que la dureza de los hechos históricos van afectando poco a poco a este mundo suyo tan pequeño. Ellas dos lo son todo, van narrando, interpretando a diferentes personajes sin que te confundan, sin verlas a ellas sino a la situación de un pueblo pequeño al que llegan los ecos de las bombas lejanas en medio de las cuales hay momentos de fiesta y espectáculos. Así es la guerra.
El camino que siguen los personajes representados por las dos actrices no es nada empinado y camina fácilmente gracias a la escenografía de Paula Font que muestra inicialmente una casa luminosa de una familia cuya vida transcurre tranquilamente, pasando después por unos espacios que poco a poco van oliendo a miedo, a tristeza, a sufrimiento.
Tanto la narración de Ramona Via, como la adaptación y dirección de Arnau Puig, como la magnífica actuación de las dos actrices, nos muestran toda la crueldad de la guerra con la mirada distante de la ingenuidad y la sinceridad de la juventud sin dramatismos ni estridencias