“No hay historia muda”

El pan y la sal

El pan y la sal
01/10/2018

“No hay historia muda. Por mucho que la quemen, por mucho que la rompan, por mucho que la mientan, la historia humana se niega a callarse la boca…. El derecho de recordar no figura entre los derechos humanos consagrados por las Naciones Unidas, pero hoy es más que nunca necesario reivindicarlo y ponerlo en práctica: no para repetir el pasado, sino para evitar que se repita”
Comienza así El Pan y la Sal con el recitado de un poema de Eduardo Galeano, por parte del director del espectáculo, Andrés Lima. El teatro del Barrio, en colaboración con el Teatre LLiure , el Teatro español y el Teatro central han producido un espectáculo en forma de documento vivo utilizando una selección de historias recogidas exclusivamente durante el principio de la guerra civil. Ha pasado por Barcelona únicamente dos días. Creemos y esperamos que se represente en toda España y que vuelva a Catalunya.
El hilo conductor es el juicio contra el Juez Baltasar Garzón (un espléndido Mario Gas) de la Audiencia Nacional acusado de prevaricación por querer convertir en juicio político contra el franquismo los testigos de las diferentes Asociaciones para la recuperación de la memoria histórica. Se recogen en versión escénica los testimonios de los hijos y nietos de muchos desaparecidos.
El teatro documental es una manera de explicar historias verídicas que nos llegan muy adentro, precisamente por esto, porque son reales, actuales o pasadas, y, sobretodo porque nos son cercanas. Hace pocos meses tuve ocasión de asistir a la representación de «Sis personatges. Homenatge a Tomás Giner». En esta obra todos los actores (que no lo eran) habían vivido realmente la historia fuera de la escena y Tomás Giner, se hacía presente a través de ellos. En “El pan y la sal” Los actores y actrices (reparto de lujo) hablaban por boca de testigos reales de nuestro pasado, historias de desaparecidos, de niños robados, de asesinatos sin juicio, de secuestros, de torturas, historia que ha quedado escondida en las fosas comunes, en las cunetas, en el olvido voluntario, en la represión, en el miedo y en la vergüenza. Al final de la representación del primer día, unas testigos reales fueron invitadas en un coloquio post-función. Dos mujeres explicaron los motivos que las llevaron a presentar una denuncia al Tribunal Supremo. Creyeron que unos delitos tan graves tenían que ser acogidos en sede judicial. En aquel juicio se sintieron juzgadas, acusadas en lugar de víctimas. Lucharon porque saben y la historia les ha enseñado a partir de otros momentos históricos, que los delitos de lesa humanidad, no prescriben. «los muertos te escupen la verdad»

El público, de pie, emocionado, con algunas lágrimas en los ojos, aplaudieron mientras sonaba la mítica canción de Lucio Battisti: «Il mio canto libero»al mejor estilo Broggi, quien sabe escoger la canción más adecuada para acabar cada espectáculo y que te deja un regusto de nostalgia, de tristeza por un pasado (fantasmi dei passato) que no hasido recuperado y que es y será siempre nuestro.

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