Es de personas inteligentes y prácticas unir esfuerzos para conseguir mejores resultados. Me refiero a la colaboración de dos de los mejores ilusionistas de nuestro entorno. El Mago Pop y Mag Lari. Antonio Díaz es el Mago Pop, la gran figura del ilusionismo que ha traspasado fronteras. Lari dirige el espectáculo “Nada es imposible” de Pop que ha estado dos años en Madrid agotando localidades, se ha convertido en un fenómeno de masas, es el ilusionista más taquillero, ha llenado teatros hasta la bandera, va por el millón de espectadores y continúa recogiendo muestras de entusiasmo entre todos los públicos. Todos estos éxitos nos los recuerdan constantemente durante el espectáculo.
La espectacularidad está al servicio de la sorpresa, del impacto de la luz y del color para impresionar a un público boquiabierto por dos o tres números realmente emocionantes y nuevos para todos los amantes de la magia.
La velocidad, el movimiento frenético, los fogonazos y las luces crean una distancia y consigue que te escuezan lo ojos y la cabeza te dé vueltas. En algunos momentos demasiada velocidad, demasiado movimiento y demasiada luz ya que no te permite disfrutar de las pequeñas y grandes sorpresas que nos tiene preparadas. La tecnología impregna todos los campos de nuestra sociedad actual. Desde el Wireless, nada nos puede sorprender a menos que hagamos el esfuerzo de creer que él es el mago que todo lo consigue.
Esta velocidad y esta prisa innecesaria (el espectáculo dura una hora escasa) no permite dar la importancia y el agradecimiento que se merecen a los colaboradores que suben al escenario, de grado o a la fuerza. Ellos son parte de la magia porque son espontáneos, no conocen el juego y ofrecen inocencia y credibilidad al número.
Hay momentos de una exquisita ternura como la imagen de Stephen Hawking diciendo que encontró la felicidad cuando dejó de pensar en todas las cosas que no podía hacer para darse cuenta de todo lo que era capaz de hacer. Muy acertada también la incorporación de reflexiones como el paso del tiempo, la lucha por vencer las dificultades y la ilusión por conseguir todo aquello que queremos ser.
Como dice Antonio Díaz durante la función “el ilusionismo es un arte escénico que aporta un elemento diferenciador: la sorpresa”. Así, en castellano, como todo el espectáculo. Ni un “Bona nit Barcelona” como hacen las grandes estrellas de rock cuando nos visitan.
Espero que el próximo espectáculo sea más calmado, más maduro y que mantenga el alto nivel de exigencia y profesionalidad que ha demostrado hasta ahora.