Homenaje musical a un clásico del humor

El jovencito Frankenstein. El musical

El jovencito Frankenstein. El musical
29/10/2019

 

No, aunque el título lo diga, no es Frankenstein, sino Fronkonstin, leñe, que hay que huir de los pecados de la familia…hasta que los abrazamos si conllevan recompensa. La propuesta es la versión musical de la película de 1974, de Mel Brooks. Un humor absurdo, paródico, de dobles sentidos, de forzar el tópico, poco sutil a ratos y que muchos se saben de memoria (los caballos relinchando, la joroba saltarina…). Hay, eso sí, referencias actuales que sobran y rompen ligeramente la magia de estar en el ambiente de la película de referencia.

Dirigida por Esteve Ferrer (La Familia Addams, con la que comparte que es menos infantil y más picante de lo que parece), tiene ritmo y dinamismo, ayudado por efectos de sonido e iluminación y coreografías bien ejecutadas con un culmen en el número final con claqué. A nivel musical, pues uno de esos raros casos que al salir no soy capaz de recordar ni una de las composiciones, así que supongo que la adaptación del propio Mel Brooks puso más énfasis en el libreto que en la música.

Lo mejor: un reparto que transmite energía y simpatía con, entre otros, Víctor Ullate (Spamalot) entregado a ese personaje a veces perplejo por la locura que le rodea y a veces liderándola, tremendamente expresivo sin ser histriónico y al que sólo le falla, y no es su culpa, la peluca, más cercana a Harpo que a Wilder, Marta Ribera (Cabaret), la fría prometida del doctor que esconde un volcán, Jordi Vidal (Requiem for Evita) magnífico Igor, el fiel sirviente que domina el trabajo gestual, Anna Herebia (Rent) es una magnífica tirolesa Inga, fresca en más de un sentido y que merece más papel o Albert Gràcia (El Rey León) el monstruo que se adueña del escenario y nos sorprende cuando se lanza a cantar y bailar.

Lo menos mejor: esta versión de gira de provincias ha suprimido recursos respecto a lo que se vio en Madrid, empezando, una vez más, por suprimir la música en directo y una escenografía que, excepto en escenas como el bosque, se ve pequeña y escasa a ratos.

En resumen: homenaje muy logrado al clásico filme, con ritmo, y reparto talentoso y entregado, que cumple su cometido: pasar una agradable tarde.

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