Basado en la idea original de María Nieto, Serena Altair escribe un texto sobre el amor y la felicidad en las relaciones de pareja. Ambos personajes interpretados por Anna Cerveró y Genís Lama reflexionan sobre la vida en pareja con algunas críticas, pocas pero directas, al amor romántico. Ambos, mostrando un dominio del escenario y con una muy buena interpretación, teorizan sobre la rutina en la pareja y los pilares fundamentales que la sustentan. La ruptura con las convenciones sociales para conseguir un amor verdaderamente libre es el nudo de la obra aunque va girando en torno a la felicidad.
Jorge Velasco consigue con su dirección que el texto tome una forma más terrenal y concreta en el escenario y también hace brillar al actor y a la actriz consiguiendo momentos cómicos de un texto interesante pero difícil. Y es difícil de seguir ya que no abandona en ningún momento el plano intelectual y literario.
Quiero destacar la escenografía. Las proyecciones sobre un plástico deforma y da movimiento a las imágenes grabadas y a las que se están grabando sobre el escenario, justo en su punto, sin abusar. Como en Una terapia integral de Marc Angelet y Cristina Clemente, sobre la mesa de la cocina van amasando la pasta de hacer pan, ahora uno, ahora el otro, mientras se van desarrollando los diálogos y las escenas. Es un buen recurso para vestir las palabras y dar cuerpo a las ideas que van desprendiéndose de las conversaciones.
Ante un texto tan abstracto y teórico, más propio de un ensayo que de un texto teatral, se necesitan estrategias imaginativas y arriesgadas, con detalles incluso humorísticos, para que el espectador pueda pasar del plan intelectual al emocional y no se vaya a casa con la sensación de haber presenciado conceptos, argumentos teóricos y disertaciones, más que un hecho teatral en sí mismo.