El coronel, un clásico universal

El coronel no tiene quien le escriba

El coronel no tiene quien le escriba
14/05/2021

Las adaptaciones de las novelas y textos clásicos al teatro permiten llegar al gran público con lo que la literatura universal se hace más asequible. Es el caso de la novela “El coronel no tiene quien le escriba”. La pluma de García Márquez sabe describir muy bien la desesperación, la rabia y la impotencia de un coronel retirado que había luchado en una guerra imaginaria para defender a su país y que vive en la más absoluta de las miserias esperando una pensión de jubilación que no llega nunca. Junto a la desesperación convive una resignación, una manera optimista de ver la situación, una descripción del amor absoluto e incondicional a su mujer enferma y una voluntad férrea de mantener la dignidad.

Arturo Ripstein en 1999 llevó al cine este clásico de la literatura. En aquel momento confesó que era “un reto aterrador pero tentador”. Y era aterrador porque tenía que luchar contra el abanico de recursos de la literatura. Consiguió un excelente resultado con la pareja Fernando Luján-Marisa Paredes.

La adaptación de una novela con tanta carga de pensamientos y emociones ha de ser difícil y Carlos Saura lo simplifica con una dirección y una escenografía sencilla utilizando proyecciones de dibujos infantiles para indicar los diferentes lugares en los que se desarrolla la escena. El gallo que los tiene que hacer ricos o proporcionarles una comida en un momento de máxima necesidad está presente de una manera muy original utilizando la tecnología actual. Imagen y sonido aparecen puntualmente acompañando a los protagonistas con sus dudas sobre su final. Las canciones son un elemento que no está presente en la literatura y ayudan a siturarnos en el lugar y espacio en el que se desarrolla la acción.

Imanol Arias es un actor veterano y consolidado en el mundo del teatro, cine y TV pero ni él, ni los demás actores y actrices ni la dirección han podido transmitir todo el drama que se esconde detrás de esta gran novela. El lenguaje de García Márquez, la profundidad de pensamiento y la descripción detallada de los sentimientos quedan reducidos a unos diálogos distantes y desencajados que te van apartando poco a poco de aquella historia tierna, entrañable y conmovedora.

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