Es un texto de Eusebio Calonge, una pieza corta con mucho contenido emocional. De este dramaturgo tuvimos la ocasión de ver hace un año y medio “El alimento de las moscas” que habla de un hombre recluido y atormentado, hundido, drogado, dañado, que reflexiona en voz alta sobre su condición y las circunstancias que lo han llevado donde está. Con el mismo autor, director y actor nos presentan ahora este vibrante texto sobre una pérdida, la fractura de una separación, el abandono de una relación que parecía eterna.
En esta ocasión el tema con su dolor nos resulta más familiar, más cercano, lo reconocemos y podemos identificarnos con él.
Arnau Marín llega a las profundidades del alma, al dolor más orgánico, a la destrucción de uno mismo por culpa de un mal en el corazón que parece irrecuperable. Describe con detalle las emociones que pueden sentirse a lo largo de la evolución de este dolor.
Bajo la dirección de Borja Ruiz, y como la última obra que recordamos, la apuesta escénica carece de fisuras. Arnau Marín utiliza elementos de madera que colocados de diferentes maneras se convierten en una barra de bar, una oficina, una consulta médica, una cama, una mesa, puesto todo al servicio de la emoción del momento. En cualquier caso, él no necesita nada. Lo hace con una magnífica interpretación utilizando todos los recursos corporales, vocales y expresivos. No escatima esfuerzos ni movimientos al servicio de la comprensión de su estado. Otra obra de Calonge, interpretada por Arnau Marín que conviene ver.