Un Rigoletto sin trágico final

El Bufón del Rey Lear

El Bufón del Rey Lear
15/12/2018

No es la primera vez que Felipe Cabezas interpreta un personaje parecido. En Inferno se pone en la piel de Tristano Martinelli, actor italiano que creó el Arlecchino en Paris a finales del cinquecento.
Es el quinto monólogo de Felipe Cabezas, actor y director chileno residente en Barcelona. Ha experimentado en muchos ámbitos del teatro y de la interpretación, cine (cortometrajes), escenografía, creación de máscaras de commedia, atrezzo y formación de aficionados y profesionales del mundo del teatro.
Todo este bagaje se visibiliza en esta pequeña obra, y digo pequeña por el formato, el espacio y personaje único, pero es grande por la magnífica interpretación, la capacidad para incorporar, no únicamente la obra del Rey Lear sino también la presencia de nuestra situación política actual, la crítica a la monarquía y a los eternos problemas del poder, la ambición, la tiranía, la traición y la venganza.
El Shakespeare de Felipe Cabezas es un cuento destilado, adaptado y modificado (por algo es el director y dramaturgo) con el fin de hacerlo comprensible y eliminar toda la parte densa y pesada de los enredos de la corte, las complicadas redes que se van tejiendo para llegar al poder y a la destrucción de los oponentes y adversarios. El hecho de simplificarlo no le resta dramatismo sino que refuerza la tragedia.
Especialmente remarcable es la facilidad con la que se traslada del personaje de bufón al actor utilizando el desmaquillaje y el maquillaje en escena hablando al mismo tiempo del rey Lear o de su situación precaria como actor. Utiliza este momento para hacer una crítica de las dificultades para sobrevivir en el mundo del teatro y a sus difíciles relaciones con su pareja e hijas a las que de una manera muy sutil compara con las tres hijas del rey Lear.
No puedo dejar de remarcar la capacidad pedagógica de este polifacético autor. Al final de la obra invitó a sentarse a algunos jóvenes del público para decirles que su comportamiento no había sido el que se espera de un público respetuoso. Por las caras y las lágrimas de algunos pude comprobar que la lección había sido aprendida.

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