Monólogo del antihéroe

El bon lladre

El bon lladre
04/07/2014

Estamos demasiado acostumbrados (y no está claro de quién es la culpa) a ver monólogos cómicos de contenido excesivamente frívolo y superficial, carentes de historia y teatralidad mientras que, en el extremo contrario, los monólogos dramáticos a menudo exceden en su densidad emocional. El bon lladre (el buen ladrón) es un muy interesante y equilibrado ejercicio dramatúrgico que mezcla el thriller con el costumbrismo más sucio y, en voz de un solo protagonista, profundiza sin renunciar al humor. Josep Julien hace una espléndida composición actoral encarnando un personaje fracasado, torpe y enamorado que relata su trágica aventura como quien le cuenta a un amigo lo que le ha pasado el último fin de semana. El texto de Conor McPherson está lleno de afilada ironía y logra plasmar con inteligencia el espíritu de un país y un tiempo concretos (la Irlanda de los años 90). La narración es ágil y entretenida, llena de sorpresas aunque, por momentos, un poco demasiado embrollada. Por último, cabe destacar también una sencilla pero muy efectiva escenografía que consigue crear un espacio estético inquietante y peculiar que refleja perfectamente el universo de nuestro antihéroe. Dirigida por Xicu Masó, la obra reposa sobre un uso preciso de la palabra, el carisma y las inflexiones de la interpretación de Julien que se mueve con comodidad por el relato y la escena. El único problema, pues, es la sensación que puede causar una vez acabada la representación que, en conjunto, el contenido resulta demasiado anecdótico, por la deliberada ligereza de su tono.

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