Desdèmona és el Otelo shakespeariano visto desde el otro lado del espejo: el de las mujeres, personajes colocados en segundo plano en la obra de Shakespeare, tratados como seres sin capacidad de decisión, supeditados a la voluntad de los hombres. Paula Vogel retrata Desdémona (la aristócrata), Emilia (la criada) y Bianca (la prostituta) como mujeres recluidas en el marco mental de una sociedad profundamente patriarcal y machista, pero que tienen inquietudes y anhelos de libertad.
En este montaje hay cinco actrices que se alternan. El día que fui yo actuaron Sara Espígul (Desdémona), Gemma Martínez (Emilia) y Maria Ribera (Bianca), integrantes de la compañía La Mandona, de la que también forman parte Carmela Poch (Bianca) y Alba Florejachs (Emilia).
La gracia de la Desdèmona de Paula Vogel es que nos enseña las miserias cotidianas de la vida de tres mujeres insatisfechas y esto es la antítesis de la épica del Otelo de Shakespeare. No hay gestas ni heroicidades, sino pequeñas cosas que configuran la vida mundana. En definitiva, lejos de ser una historia de blancos y negros, es una obra de grises.
El punto débil de Desdèmona es que más allá de la presentación detallada de las tres protagonistas, no tiene trama. Es decir, se trata del fragmento de Otelo del encuentro entre ellas en el punto previo al asesinato de Desdémona a manos de su marido. Es un momento de mucha tensión en la trama de Otelo, pero Desdèmona no es una historia con planteamiento, nudo y desenlace, sino que es la descripción de tres personajes y nada más. La obra hace referencias continuas al drama de Shakespeare —y alguien puede perderse si no lo tiene presente—, que es la historia real de la que Desdèmona quiere ser un apéndice desarrollado.
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