Es la primera vez que Dagoll Dagom presentaba una obra familiar. Con un texto de Marc Artigau, la dramaturgia compartida con Anna Rosa Cisquella y David Pintó no podia fallar. Hace un año que la estrenaron y no es de extrañar que la repongan. Auguro un “lleno” durante las fiestas navideñas. Las canciones son de Dàmaris Gelabert y la dirección de la Cisquella. El reparto es la guinda del pastel. A Alba Florejacs la vimos en “La salsa” y me maravilló la capacidad de cambiar de personaje en pocos minutos. En esta ocasión es una madre que teletrabaja. Tiene un “momentazo” de crisis espectacular con los hijos que seguramente a muchos espectadores les resultará familiar. De Albert Triola sólo podemos admirar su capacidad para interpretar tantos papeles como existen en el mundo del teatro. En esta ocasión es el padre que trabaja en sanidad. Está espléndido como siempre. La hija, Martina Garcia se ha metido en el bolsillo a todas las niñas y niños que había en la sala. Quiero hacer una mención especial a Odo Cabot por su espectacular manera de interpretar, de hacer equilibrios, acrobacias y rapear.
Es una pieza para mayores y pequeños que nos ha llegado al alma porque reproduce los meses de confinamiento por la pandemia que ya casi habíamos olvidado. Continua siendo muy vigente porque de una manera simpática y alegre nos presentan los interiores de una familia obligada como todos a encerrarse en casa con un monstruo como hilo conductor como el que nos retuvo en casa durante unos meses.
Hay momentos divertidos, coreografías, canciones, participación del público y momentos muy tiernos como los aplausos que se dirigían cada día a las 8 de la noche al personal sanitario o la decepción de la niña al no ver a sus amigos en su fiesta de aniversario para lo que encuentran una emocionante solución.
Las videollamadas también fueron la salvación de las relaciones durante la pandemia. En esta obra los abuelos (Pep Cruz y Teresa Vallicrosa) aparecen en una pantalla y mantienen contactos frecuentes con la familia. La escenografía de Albert Pascual simulando una libreta escolar ha llamado mucho la atención de las niñas que nos acompañaban.
Es una delicia de obra. Mi nieta de ocho años ha salido diciendo que la quería volver a ver. Nosotras volveremos y los que no la habéis visto, no os la perdáis.