La Compañía Sala Atrium, ha tenido un gran acierto en la elección de un gran e impresionante texto de la joven dramaturga Saphia Azzedin. Una propuesta escénica arriesgada y muy trabajada utilizando una forma de narración que no se ve muy a menudo… un monólogo a dos voces.
El tratamiento, lo que parece un diálogo entre las dos actrices, es en realidad un diálogo que la protagonista mantiene con ella misma, como si se tratara de un desdoblamiento entre la persona física y su conciencia. Nos gustó mucho esta mirada de un solo personaje interpretado alternativamente por dos actrices que a veces incluso se corrigen o incriminan.
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