O así lo he visto yo. Esta vez Purtí se ha alejado del rigor de Operetta y ha optado por un espectáculo para todos los públicos (y no hablo de «moralidad», de ver un pecho o un muslo, al estilo de los años cincuenta). Me refiero a público de familia completa con abuelos y nietos, y de palmas cuando tocan algunas canciones. De músicos que bajan del escenario para recoger espectadores y hacerlos subir y simular que tocan. Estoy seguro de que hay gente que eso les encanta… Si son de estos espectadores, en el Condal encontrarán el espectáculo adecuado y hay que decirlo: bien hecho.
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