Soy una persona puntual y, sin embargo, siempre llego tarde a la vida. Me explico.
Voy a empezar diciendo que no me gusta el circo. Primero, porque quizás siempre lo he relacionado con el maltrato animal, aunque es cierto que los hay que afortunadamente no tienen y sólo se conforman de artistas humanos. Hablando de éstos últimos: valoro mucho que hagan cosas con sus cuerpos que yo no me atrevo ni a imaginar en mis fantasías más locas pero, si me das a elegir entre un espectáculo de circo y una obra de teatro, siempre eligiría el teatro.
Dicho esto, resulta que El Circo de los Horrores no es circo sólo, ni tampoco es teatro sólo. Es una mezcla de los dos que me quita el peso de no tener que decidir si voy a uno o a otro. Yo ni idea, porque como a priori no me gustaba el circo…
Había visto los carteles siempre, cada vez que había show nuevo en mi ciudad. Siempre me había preguntado qué sería ese rollo de terror mezclado con la carpa, pero lo cierto es que nunca había ido. Me gustaba la estética, tan original como inquietante, pero como en esencia siempre he sido pobre como una rata camboyana, nunca me planteé pagar para ver el espectáculo.
El domingo me surgió la posibilidad de ir en calidad de invitada a ver el show de Requiem. Sinfonía Final. Este show es parte de una saga llamada El Circo de los Horrores, que es como la saga de Rápido y Furioso, pero sin coches y con gente en leotardos. Así es que fui. Me senté en la butaca (dónde si no, que en el circo son hippies, pero sentarme en el suelo ya me parecía excesivo) y la siguiente vez que miré el reloj habían pasado dos horas y media y yo no había cerrado la boca.
Resulta que este show era una especie de homenaje a los veinte años de carrera de Suso Silva, su creador y principal maestro de ceremonias, porque ya se va a retirar de los escenarios. No me lo imagino jubilado en un pueblo pesquero del sur haciendo sudokus y viendo el Pasapalabra, pero imagino que ya necesitará un descanso de lo que intuyo que es una vida intensa y muy sacrificada de ciudad en ciudad con la carpa (que espero que no la tenga que llevar él, porque es gigante).
El show empieza antes del show. Es decir, hay una especie de performance previo consistente en una interacción con el público mientras éste se acomoda y va sacando los Pictolines del bolso para no hacer ruido luego. Para cuando empieza el espectáculo en sí ya has saltado de tu asiento mínimo dos veces y te has reído otras tantas, así que es un preámbulo bueno de lo que vas a ver después. Y sin embargo…no le hace nada de justicia.
Pues simplemente deciros que el show es una tarta de tres pisos deliciosa y bien elaborada, que te comes mientras te manchas de chocolate hasta los codos y aún así no te arrepientes. Todo. Empezando por la originalidad de los números. Qué queréis que os diga, a lo mejor es porque yo me tropiezo hasta con el felpudo de la entrada, pero a mí sólo se me ocurren unas cuantas maneras limitadas de jugarte la vida (además de ir al Primark en hora punta) pero es que esta gente hace cosas muy bestias y muy únicas. La estética es maravillosa. Cada detalle del vestuario, del escenario, del atrezzo…todo en línea con la poética del terror.
No diría yo que es apto para todos los públicos. Si no te gusta escuchar palabras malsonantes o tienes el umbral del pudor demasiado bajo…éste no es tu lugar. Porque sospecho que este producto se ha creado precisamente para contraponer el espíritu «naive» del circo tradicional. Es la irreverencia, la invasión, la belleza de lo políticamente incorrecto, pero todo muy cuidado. El propio personaje interpretado por Suso Silva, como maestro de ceremonias y eje central de esta locura, es un genio con la lengua larga al que te pensarías dos veces si llevar al aniversario de tus abuelos del pueblo de Cuenca.
Pero si te gusta reírte y a la vez sorprenderte con las habilidades físicas de esta especie aparte de personas que no sé de dónde han salido para doblarse así, vas a disfrutar como un enano. Eso sí, vete preparado para que tu corazoncito dé saltos de pánico durante las piruetas imposibles (yo creo, durante el tiempo que duró el show, del susto ovulé tres veces).
Y por eso digo que llego tarde a la vida. Porque si yo hubiera sabido que este señor hacía estas cosas…habría ido a verlo mucho antes. Ahora, sin embargo, me quedo con el sabor agridulce de haberlo disfrutado una vez y probablemente stalkearlo en las redes mientras disfruta de un pescado al horno un viernes a mediodía en su casita de campo.
Y dicho esto…larga vida a este tipo de circo!!!
Visto el 10/12/2024 en IFEMA -Feria de Madrid