Wajdi Mouawad comienza a ser uno de los nombres habituales de la cartelera barcelonesa y no sólo como dramaturgo, sino también como actor y director, papeles que ejerció en su visita hace unos meses con su obra «Seúl». En esta ocasión, el autor ha vestido su pieza de un género con un enfoque altamente comercial, como es el thriller, pero conservando su estilo característico y profundizando ampliamente en temas como la identidad personal o la belleza. Así pues, esta doble vertiente hará que se puedan acercar a la obra tanto espectadores con pretensiones más comerciales, como los que buscan profundizar más. Sin embargo, precisamente esta mezcla puede provocar el efecto contrario, es decir, alejar a los que buscaban un Mouawad en estado puro. Personalmente, creo que el enfoque adoptado por el dramaturgo es totalmente válido y enriquecedor, ya que la fusión de diferentes tipos de elementos es parte de la creación y conviene no estancarse para descubrir nuevos terrenos, explorar y abrir nuevas puertas.
En su puesta en escena, Oriol Broggi nos ha vuelto a demostrar que es todo un maestro de la creación de ambientes y de la dirección de actores, logrando trasladar al espectador la gran tensión que desprenden las escenas de Mouawad. Esto lo consigue con una eficiente y acertada utilización de los audiovisuales, los intérpretes, la música y de un tempo muy marcado. Además, también destaca la creación del espacio escénico, el cual está diseñado de manera totalmente funcional y nada gratuita, contando con una disposición de público envolvente, lo adentra aún más al espectador en la obra.
Hay que decir que Mouawad no nos da todo masticado y que algunas reflexiones de la obra requieren, para su total comprensión, un trabajo extra por parte del espectador. De hecho, esto no se debe contemplar como algo negativo, ya que este esfuerzo opcional no impide que haya una comprensión general de la obra. Así, diferentes tipos de espectadores pueden disfrutar de la misma obra, tomando los elementos que más le pueden interesar.
Finalmente, quiero aclarar que a pesar de otorgarle la máxima puntuación, reconozco que no es una obra perfecta (alguna lo es realmente?), pero sí considero que es una pieza imprescindible para los amantes del teatro. Así pues, independientemente de las valoraciones personales que cada espectador pueda hacer, sin duda quien vaya a la Biblioteca de Cataluña podrá disfrutar de una magistral puesta en escena y de un texto sugerente.