Esta adaptación -muy libre- del Prometeo de Esquilo, a Sánchez Sinistierra no le ha salido redonda. La idea es buena pero el resultado desigual; para mi gusto el texto navega, en cambio la puesta en escena es muy espectacular: las proyecciones, el corazón con sus movimientos, los bailes, toda la estética en general… pero con eso no basta. Aún así aplaudo al director del Festival Grec por la valentía de encargar montajes que son una caja cerrada. Para innovar te la tienes que jugar. Leer más.
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