Tras el éxito que Amores Minúsculos ha tenido en Madrid y basándose en un cómic de Alfonso Casas, tenía muchas ganas de disfrutar de esta comedia. Y no me ha defraudado, pero hay que entender que su función principal es entretener, que pases un buen rato a través de unos personajes e historias divertidas, no aporta mucho más como pieza teatral.
Tiene puntos entrañables, algunos que te hacen sonreír de manera tierna y otros momentos que incluso son empáticos, pues ciertas escenas te pueden fácilmente recordar a historias de amor personales o de amigos. También algunos personajes, quizás un poco estereotipados, tienen características, tics o actitudes que seguro te resultan familiares y conoces a alguien similar. Esto le da un regusto dulce a la comedia, la hace más cercana.
Quizás, en mi opinión, lo que sobra es el final. Para mí la guinda del pastel hubiera sido más acertada un poco más amarga y realista, y no tan dulce, que no es cuestión de salir empachada del teatro, si no de salir con ganas de más amor, sea de una noche, de unos meses o de toda la vida.