Una noche en el desierto. Una mujer soldado (Mariam Bahous Yalaoui) y su compañero de batalla (Marc Pujol) muerto a su lado. Y la luna, por supuesto, de aquí esté título tan acertado de Vino lunar. Este es el escenario que sirve de punto de partida para hablar de la guerra. De la de ahora y las de antes; es decir: de la Guerra Civil española. ¿Acaso no tienen, al fin y al cabo, todas las guerras tanto en común? ¿No son las guerras de hoy la herida reabierta de las del pasado?
Y, aun así, cada historia es singular. Escuchemos pues la que nos cuenta el autor de este texto, Albert Tola, a través de este viaje multigénero en el que conviven bien avenidos la tragedia, el teatro documental y unas risas finales con una sorpresa del elenco incluida. Y también el género poético, claro está: “quiero existir en la luz de los otros”, escucharemos decir. O “no soporto ver la luna en tus ojos”.
Una apuesta radical de la compañía Nigredo que Rodrigo García Olza ha dirigido con gran acierto hasta el punto que el gesto y la palabra se fusionen en la escena a través de juegos de luces y un vestuario tan sobrio como conveniente.