La vejez es una etapa de la vida en donde el ser humano tiene que enfrentarse con el paso del tiempo y consigo mismo, a menudo sintiéndose incomprendido o abandonado por la gente que formaba parte de su círculo íntimo hasta entonces. Entre otros factores propios de la tercera edad, estos son los que traslada el escenario Peeping Tom a través de un espectáculo hipnótico que nos sitúa dentro de un geriátrico para explicar una historia a través de la dramaturgia que intercala sorprendentes piezas de danza contemporánea. Estas muestran la virtuosidad de sus intérpretes, que demuestran sus dotes actorales, junto con coreografías que juegan con movimientos de apariencia descontrolada y volátil, como los sentimientos vividos por los personajes que aparecen en la obra.
Por otra parte, la escenografía muestra la frialdad, la amplitud y el vacío del lugar en el que habita la gente mayor de aquel geriátrico, reflejando de alguna forma su mundo interior. Además, el hecho de que se encuentre todo el suelo de moqueta produce una sensación casposa del lugar, que se amplifica aún más con el pequeño escenario de esa sala de actos donde tienen lugar pequeñas actuaciones que, más allá de entretener a los habitantes del centro, transmite una percepción difusa de aquel lugar y de las personas que lo integran.
Vader es una obra arriesgada que combina diferentes elementos con una factura elegante y de calidad, explicando una situación muy dura a menudo de la mano de un tono irónico. Sin duda, una atmósfera que Peeping Tom consigue crear con gran maestría, tanto a través de los aspectos técnicos como los creativos, y que atrapará al espectador, siempre y cuando se desprenda de las etiquetas teatrales convencionales, lo que le permitirá disfrutar de este maravilloso espectáculo.