Me gusta la ópera y me temía lo peor. No podría resistir ni media burla de mis arias preferidas. Me habían hablado muy bien e hice el esfuerzo de darle una oportunidad. En el fondo quería comprobar lo que ya pensaba: no me gustan las obras de humor cuya pretensión es pasar un buen rato una noche de sábado.
Cuando sonaron los primeros acordes de “Una furtiva lagrima” de L’elisir d’amore con la sorprendente voz de tenor de Toni Viñals me quedé helada. Seguí emocionándome con “E lucevan le stelle”del final de la Tosca por Miquel Cobos o los tres juntos cantando la romanza “Je crois entendre encore” de Les Chasseurs de perles. Lo acompañaban todo con bromas elegantes que no te impedían escuchar las tres estupendas voces.
El humor fue in crescendo y te hacía ir entrando paulatinamente en una obra en la que participabas sin haberlo querido.
El gag del pianista (Gustavo Llull) que llega tarde a la representación, que se va cambiando detrás del piano y que sale en calzoncillos y calcetines a saludar por exigencia de los tenores, ya fue el principio de mi aceptación.
A partir de aquí ya no podías hacer nada más que entrar y dejarte llevar por las canciones napolitanas y populares de todo el mundo. Sin quererlo, acabé cantando con el público animados por los tenores. Era imposible resistirse.
Nos han sorprendido: las voces líricas más que correctas de Toni Viñals, Miquel Cobos y Ezequiel Casamada; la actuación y expresión de un actor que ya conocíamos, Toni Viñals; la capacidad actoral de Gustavo Llull a quien ya conocíamos como gran pianista.
No nos ha sorprendido que lleven dos años en diferentes salas agotando localidades.