Se dice que la historia la escriben los vencidos y aquellos que sobrevivieron, pero siempre hay un sesgo que no se tiene en cuenta y es que el punto de vista siempre es masculino. Desde la vertiente más antropocéntrica y machista, así es como hemos aprendido, escuchado y leído la historia de nuestro país, de nuestra cultura. Afortunadamente, esto va cambiando con el paso de los años y cada vez más se reivindica no solo la presencia de las mujeres, si no también su papel fundamental en cada uno de los episodios de los miles de años que el ser humano lleva sobre la tierra.
Seis fueron las mujeres que pasaron por el altar con Enrique VIII y fueron reinas de Inglaterra, a mayor o menor fortuna. De estas, dos divorciadas, dos decapitadas, una murió i la última sobrevivió al tirano. Siempre han sido eso, las seis mujeres del rey de Inglaterra. Hasta ahora. El musical Six con producción del West End londinense quiere reivindicar el papel de estas mujeres y ver más allá de su papel de “esposas de” que estamos acostumbradas a escuchar.
Toby Marlow y Lucy Moss ha creado un espectáculo lleno de energía, ritmo y fuerza que engancha a la espectadora y la deja extasiada. El relato es intenso y rápida, no deja casi respirar y es esta la clave para que el público esté entregado desde la primera intervención de la megafonía, desde el inicio de la prestación de la historia que están a punto de explicar en el escenario.
Con canciones mayoritariamente pop, con toques de hip-hop, rap, techno, con melodías divertidas y bailables, con una balada al más estilo grandilocuente y una interpelación constante del público, esta producción es una maravilla de principio a fin.
Emma Bailey firma una escenografía que parece sencilla por sus pocos elementos, pero que es perfecta para el emplazamiento de esta producción. En formato de concierto, las seis reinas van explicando a la audiencia su periplo como mujeres del rey, como van llegando a la corte y cómo van saliendo de esta. El punto de salida es presentar ante el público quien lo pasó peor siendo esposa del rey y animar a hacer una competición a ver cuál de ellas ha sufrido más. Un pensamiento bastante triste que se contrarresta con una fuerza descomunal de las intérpretes.
Gabriella Slade es la artífice del vestuario magnífico que lucen las reinas. No es para nada arbitrario, cada uno tiene elementos que determinan los colores de la casa real a la que pertenecen, la visión popular que se tiene de ellas o como acabaron (las decapitadas llevan un collar con puntas, por ejemplo). Elementos que parecen sencillos, pero que dan aún más vuelo a un espectáculo pensado y trabajado al detalle. Igualmente, las coreografías de Carrie-Anne Ingrouille muestran la personalidad diferenciada de cada protagonista y las deja ser libres en un mundo donde no lo pudieron ser.
Toda la envoltura es increíble y las canciones son brutales, pero sin las mujeres que hay encima del escenario no sería nada. Las reinas –y también las Ladies in waiting, las músicas que fueron amantes de Enrique VIII- son el verdadero espectáculo. Billie Kerr (Catherine of Aragon), Yna Tresvalles (Anna Boleyn), Liberty Stottor (Jane Seymour), Hannah Victoria (Anna of Cleves), Lizzie Emery (Katherine Howard) y Eloise Lord (Catherine Parr), consiguen enamorar e hipnotizar al público con sus interpretaciones y sus voces. Cada actriz lleva encima del escenario la personalidad escondida de cada reina y la deja florecer para mostrarse en todo su esplendor. Cada canción se adecua a sus características y ellas las explotan de manera muy inteligente y con un talento desbordante. No es de extrañar que después de la obra quieras irte con ellas a un pub a charlar.
Con todo, una maravilla de musical, de espectáculo y de talento a raudales.