Václav Havel no es un dramaturgo habitual en nuestros escenarios, pero justamente Audiència y Vernissatge son dos piezas cortas del 1975 que ya se han representado en varias ocasiones en Cataluña. Es curioso que vuelvan ahora, a pesar de que según Arquillué fueron escritas «en un contexto político muy parecido al que tenemos ahora mismo en nuestro país». Sea como fuere, estas obras parten de un ambiente aparentemente realista y derivan pronto hacia la sátira y el teatro del absurdo. Y lo hacen para retratar a un personaje íntegro y fiel a sus ideas, en contraposición a otros que están sometidos a un régimen autoritario o bien a la fiebre capitalista.
Es difícil afirmar que Pere Arquillué, en su debut en la dirección, haya acertado en el tono de esta función. Cuesta encontrar el Havel que muchos imaginábamos o esperábamos, e incluso el contexto en el que se produce la trama de las dos obras. Pero es que según mi parecer, hay una apuesta clara por la dirección de actores, por el juego teatral y por la voluntad de hacer pasar un buen rato. Quizás se cae en la desmesura y en una pretendida sobreactuación, especialmente en la segunda parte, pero lo que está claro es que tanto Joan Carreras como Josep Julien o Rosa Gámiz no desaprovechan la ocasión para dejarse la piel. Por lo tanto, podríamos decir que estamos ante un espectáculo crítico servido con gusto y con un reparto de lujo… a pesar de que quizás el espíritu de Havel haya quedado un poco lejos.