Es difícil hablar de Nenes i nens sin desvelar ningún elemento de su tramo final. De hecho, parte de la gracia es poder disfrutar del montaje sin ningún tipo de información previa, cosa que, desgraciadamente, ya no es del todo posible si todavía no lo has visto y estás leyendo estas líneas. Me sabe mal. Te pido disculpas. No tendría que haber mencionado “su tramo final”. Quizás había una manera todavía más sutil de hacer referencia, pero no lo he sabido hacer mejor. Asumiendo mi fracaso, nada más empezar, en esta tarea imposible, si todavía estás leyendo esta recomendación, intentaré compensártelo animándote a ir a ver este impactante monólogo.
De entrada, tienes que saber que merece la pena porque no es lo que te esperas (ahora, quizás, un poco sí) pero, sobre todo, porque es un viaje hacia un infierno personal que te remueve por dentro como pocas veces pasa. Disfrazarlo de monólogo cómico al estilo del club de la comedia, pienso que quizás no ha sido la mejor idea. Enrarece un inicio simpático que, sin embargo, no contiene bastantes chistes para adoptar este formato con naturalidad. Por eso, puede parecer un poco desconcertante, al principio o, peor: fallido. Ahora bien, una vez vamos entrando en el verdadero relato que nos están explicando, cuando ya no hay marcha atrás, cuando el género pasa de la comedia al terror, el testimonio que escucharás te helará la sangre y eso lo cambia todo.
Nenes i nens es una experiencia fuerte, intensa, donde la actriz Anna Sahun se entrega en cuerpo y alma a la tragedia del personaje, con todos los detalles y sin perder una más que interesante distancia emocional que el mismo texto le pide. Es un ejercicio curioso, entre la concienciación social y el nihilismo más desesperanzado, que genera debate sin dar ninguna respuesta. Un grito de dolor sin estridencias. Una sorpresa tan inexplicable y cruel como la mayoría de los casos con los que convivimos de verdad en las noticias cada semana. Te vuelvo a pedir disculpas. Cuanto más escribo, más lo empeoro. En cualquier caso, espero que, como mínimo, te hayan convencido mis palabras y que la próxima cosa que hagas sea mirar cuando la vuelven a hacer para intentar ir a verla.