Una gran fiesta a expensas de Shakespeare

Molt soroll per no res

Molt soroll per no res
24/10/2015

Sin ningún tipo de duda, este es el espectáculo del momento. Casi desde el primer día, el teatro se está llenando función a función, y no es nada fácil ver llenas las más de 800 localidades de la Sala Gran del TNC. Lo cierto es que Manu GuixÀngel Llàcer han sabido crear un espectáculo que divierte, te hace feliz durante un par de horas y te engancha con las canciones de un compositor tan saqueado, pero siempre tan efectivo, como es Cole Porter. Toda la parte escenográfica y de vestuario, así como la maquinaria del teatro, funcionan a las mil maravillas… Y cuando parece que ya no se puede pedir nada más, resulta que se ponen a recitar Shakespeare en un supuesto plató de cine, y aquí es donde la cosa se complica. La idea no es mala, pero también completamente gratuita. Y el texto del dramaturgo inglés parece no importar mucho, sobre todo cuando la música para y aflora el drama. En este sentido, la escena de la boda en el segundo acto hace enrojecer un poco, especialmente si recordamos como la resolvían e interpretaban en Amor & Shakespeare… para no ir muy lejos.

La parte interpretativa está bastante descompensada, quizás también porque Llàcer lo confía todo a un reparto muy joven y no deja que ningún actor veterano lleve el peso de la trama. Sólo David Verdaguer y Victoria Pagès aciertan de pleno en sus creaciones, sin caer del todo en el exceso… o bien intentando naturalizarlo al máximo. Y es que el tono general es el de farsa, más que el de una comedia de líos al estilo shakesperiano. Por lo tanto, cuando acaba todo, cuando cae el telón y las luces y los colorines se apagan, sólo se nos plantea una pregunta: «¿Si le sacáramos las canciones y la magnífica escenografía, qué quedaría?»

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