Iniciamos la segunda semana de Grec y lo hacemos con el estreno de esta obra de Manel Dueso que, sin duda, se aleja de los convencionalismos. El dramaturgo ha conseguido dibujar unos personajes consistentes, los cuales exteriorizan exageradamente sus anhelos y deseos más profundos, de modo que estos quedan caricaturizados y configuran la esencia del texto. De hecho, la historia queda condicionada a las particularidades de estos excéntricos personajes, otorgando a la obra originalidad y personalidad, características que se ven aún más reforzadas por el juego temporal utilizado para narrar la historia. Estas particularidades de la obra desconciertan mucho de entrada, pero hay que decir que a medida que se avanza y que el espectador se va adaptando, éstas se vuelven más accesibles. Sin embargo, un hecho que juega en contra es que la obra resulta estar un poco dilatada, ya que esta se atasca en algún tramo como puede ser en alguno de los monólogos presentes. En parte, estos rompen el ritmo de la obra e, incluso, a pesar de que sirven para entender mejor los personantges, la aparición del primero de ellos casi al inicio de la obra desconcierta aún más al espectador y retrasa su entrada a la comprensión de lo que se está representando.
Por otra parte, las actuaciones sustentan acertadamente el texto y aportan la excentricidad necesaria a los personajes, en parte, gracias también a una buena dirección. Entre ellas, cabe destacar la magistral actuación de Carlota Olcina, la cual consigue levantar la obra en muchas ocasiones con sólo su presencia. Además, también es notable la ambientación lograda, la cual cuenta con una buena caracterización de personajes y una buena escenografía.
Como hemos dicho, se trata de una obra con muchas peculiaridades, las cuales alejarán a algunos espectadores y a otros les atrapará. Sin embargo, esta obra, que hace un guiño al western en varios aspectos (empezando por su cartel), seguro que no dejará indiferente al espectador, lo cual siempre es positivo.