Pensé que tenía que ser algo muy especial. Una obra escrita y dirigida por el argentino Claudio Tolcachir. Se estrenó en el año 2005, ha viajado por más de 22 países diferentes adaptándola a los diferentes lugares, lenguas y culturas. Se estrenó en BCN como teatro argentino, fue traducida por Jordi Galceran al catalán y fue representada en 2018, interpretada por actores y actrices de Catalunya y albada por la crítica. Ahora se ha presentado en Temporada Alta de donde yo la he repescado. No pude verla en 2018 y he aprovechado la versión online para poder recrearme. Es realmente algo muy especial.
Hay tantas recomendaciones sobre esta obra que únicamente daré mi impresión subjetiva. Al principio no entendía el porqué de tanto éxito. En un espacio cerrado, lleno de ropa por encima de un tendedero, objetos variados, una bici y más cosas indescriptibles, cinco personajes hablan a la vez, atropelladamente, se interrumpen y no escuchan. No son conversaciones, son pensamientos de la vida cotidiana, son peleas infantiles sin ningún sentido. La superposición de voces impide entender el contenido de las conversaciones inconexas y el movimiento de todos los personajes por el escenario es como el movimiento browniano de las partículas gaseosas en un espacio cerrado. Nadie está en sintonía con nadie. Es una disonancia tan grande que molesta a los oídos y a la vista porque no permite fijar la atención en ninguna conversación en concreto. Estas disonancias familiares podrían ser frecuentes sino las ocultaran las buenas maneras.
Es difícil encontrar en esta familia un mínimo común denominador, se sienten unidos por unos lazos que mantiene la abuela. Son compañeros/as de piso que comparten el mismo material pestilente, el mismo magma viscoso en el que están todos atrapados, todos a punto de caer por la borda de la melancolía y la desesperación. Todos quieren escapar y ninguno tiene el valor para hacerlo.
¿A qué se refiere Tolcachir cuando habla de omisión? ¿Se han olvidado de relacionarse, de hablar, de comunicarse? ¿Estas son las grandes omisiones de la familia Coleman? ¿Se refiere a las carencias familiares que son muchas y que de tan profundas no se pueden ni enumerar?. La única que no acumula rencores y lamentaciones es la abuela, Francesca Piñón que tiene un papel destacable y fue nominada a los premios butaca por mejor actriz de reparto.
Cuando la abuela tiene que ingresar en un hospital, la obra da un vuelco y cada personaje se va definiendo y aparecen pasados inescrutables y presentes obscuros.
Todos los intérpretes merecen una mención especial. Roser Batalla, la madre de los cuatro hijos que vive en una inmadurez permanente y los cuatro hijos Vanessa Segura, Ireneu Tranis, Sergi Torrecilla y Bruna Cusí que hacen lo que puede para sobrevivir. ¡Magnífico trabajo actoral de todas y todos!