Una divertida y loca adaptación de este clásico de Molière que aun manteniendo la esencia de su mensaje es capaz de adaptarlo al contexto contemporáneo catalán. Una sátira sobre el lado más snob de la cultura, un combate entre el placer del amor terrenal y la necesidad de presumir de una sabiduría elevada.
Los dos actores interpretan un total de ocho personajes, reto que superan con ingenio. Los rápidos cambios de vestuario, el juego constante de entradas y salidas de biombo e incluso la representación con objetos hacen que el público conecte con este código y se entregue por completo a disfrutar de una delirante comedia. Conforme avanza la obra, el público se vuelve más participe de este divertido juego escénico y se siente apelado por la parodia de unos personajes fácilmente reconocibles.
A pesar de que algunos personajes son sencillamente sublimes, no todos funcionan por igual. Algunos cambios de personaje no están suficientemente diferenciados y hacen que el relato caiga en una repetición de caricaturas excesivamente similares que en ocasiones rozan la estridencia.
Sea como sea, esta atrevida propuesta de Enric Cambray i Ricard Farré sigue agotando localidades en su tercera temporada. Demostrando que la necesidad de los humanos de fardar de intelecto sigue igual de vigente tres siglos después de la creación de esta obra.