Poco se imaginaba Choderlos de Laclos que su novela epistolar inspiraría tantas versiones posteriores, ya fueran teatrales, cinematográficas o televisivas. De todas, destaca la adaptación teatral de Christopher Hampton que se estrenó en el West End con Alan Rickman y Lindsay Duncan, y que más tarde serviría de base para la famosa y extraordinaria película de Stephen Frears. Aquí también llegaría a los escenarios en el 1993 de la mano de Pilar Miró, con Juanjo Puigcorbé, Mercè Sampietro y Marta Calvó. Desde entonces solo habíamos vuelto a ver a los personajes de este juego libertino en un par de versiones de Quartet, de Heiner Müller, y en un estrambótico musical rock protagonizado por Carme Conesa y Edu Soto.
Llevar esta obra al teatro, intentando que parezca moderna y no se quede solo en un anticuado retrato de época, no es una tarea fácil. Carol López, directora y adaptadora de la versión que nos ocupa, ha intentado tener siempre un pie en la actualidad, ya fuera con una puesta en escena pretendidamente anacrónica o con un texto que evita las referencias en la época y trata a los protagonistas como personajes universales… que es realmente lo que son. Para mí, la Condesa de Merteuil y el Vizconde de Valmont son tan firmes y sólidos que no necesitan de gafas de sol, corsés falsos o peinados del siglo XXI. Pero ya puestos, si este es el juego, quizás había que arriesgar algo más y no quedarse en una mezcla de elementos que tampoco aportan una estética clara, y mucho menos bonita…
Por otro lado, creo que Mònica López consigue una Merteuil importante e imponente, que es de lo que se trata. Da la sensación de que se hubiera podido potenciar más su rol en algunas escenas, pero en general funciona… cosa que no podemos decir del todo del Valmont de Gonzalo Cunill. Sé que el personaje es un hueso duro de roer, puesto que basa todo su potencial en una personalidad arrolladora e incluso un poco salvaje. Es el libertino por excelencia, un cràpula sin escrúpulos que acaba redimido por el amor más puro e inocente. Cunill lo intenta, y creo que salva bien el difícil cometido, a pesar de que falta ese extra intangible que tanto ayuda a definir al personaje. Por su parte, constituye un gran acierto de casting la Madame de Tourvel de Mima Riera o los jovencísimos Danceny y Cécile, muy bien interpretados por Tom Sturgess y Elena Tarrats.
A pesar del capricho bilingüe (no creo que haya que profundizar en la polémica del mes), la innecesaria disculpa inicial de los personajes o el casi nulo erotismo de la propuesta, estas “amistades peligrosas” tienen alicientes que la redimen por completo. Pienso que a pesar de los hándicaps mencionados, Carol López acierta con algunos pequeños detalles como el del número musical, la muerte de Tourvel al ritmo de Dolor y vida o la fuga de Merteuil por la puerta de atrás. Una versión que quizás no gustará a todo el mundo, pero que aguanta bastante bien el embate de una pieza mucho más complicada de lo que parece a simple vista.