Hay quien piensa que los proyectos y los personajes te eligen. No sé qué pensará sobre ello Carmelo Gómez, pero es evidente que Pacífico Pérez, el protagonista de la novela de Delibes, ha cobrado vida y ha decidido poseer al actor. ¡Qué interpretación tan sublime! Conectado a su personaje desde el primer segundo al último, el intérprete se adueña del tiempo y el espacio con una elegancia y aparente facilidad extraordinaria. Pero no lo hace solo, Miguel Hermoso lo acompaña durante un interesante interrogatorio en el cual el actor mantiene una escucha y una presencia de admirar.
Durante la trama, el personaje de Carmelo no hace más que recordar: emocionarse, enfadarse, burlarse, reírse de su pasado… Cuenta la historia de su vida y el espectador viaja con él por su memoria logrando imaginar esas vivencias con todo lujo de detalles. El imaginario del actor en cuanto a la creación del personaje es impresionante, pues solo cuando el intérprete ha vivido de verdad todas esas escenas en su imaginación es capaz de transmitirlas como lo hace Carmelo.
Cuando las interpretaciones son tan ricas y la imaginación llena el espacio, la escenografía –que en ocasiones recuerda a un campo de batalla–, queda en un segundo plano y así se ha planteado en este montaje.
En cuanto a la trama, los temas que Delibes trata son muy interesantes: cómo se heredan las guerras de nuestros antepasados, los estragos que provocan estas indirectamente en las nuevas generaciones, el papel del hombre en la sociedad, la sombra de la masculinidad que a tantos hombres persigue, el papel de la educación y la familia en la vida de una persona… Aunque la novela del autor vallisoletano se publicó en 1975 sigue tratando asuntos muy latentes todavía en nuestra sociedad.
Quizá no somos una generación que haya tenido que vivir una guerra, pero sí seguimos luchando entre la pólvora y las ruinas que esta ha dejado a nuestro paso. Una obra muy amena y profunda con unas interpretaciones magistrales. Imprescindible.
Visto en 26/01/2023 – Teatro Bellas Artes (Madrid)