Medea es el personaje más inquietante de la tragedia griega. “L’amor (no és per a mi, va dir Medea)” la guardaré en la memoria como guardo también otra obra, “Medeamix” una obra coral de seis mujeres dirigidas por Magda Puyo que se estrenó en 1996. El increíble trabajo de la Metadonas o la mítica figura de Eurípides crearon un recuerdo imborrable como inolvidable será también esta obra de Queralt Riera sobre una Medea contemporánea con muchos paralelismos con la heroína mítica.
Jasón, (Jason con pronunciación inglesa para nuestra Medea actual) abandona a Medea para casarse con la hija de Creonte, el tirano de Corinto. A Medea se la destierra y obliga a marchar con sus dos hijos abandonándolos a la miseria y a su suerte. El panorama es desolador para los tres y son pocas las posibilidades de supervivencia. Su acto es un acto de amor hacia sus hijos. A pesar del título de la obra, creo que el amor, sí que era para ella.
En esta también magnífica producción, la Medea de 88 años vagabundea para recordar todas las atrocidades de su pasado mientras que la Medea de 8 años sueña y vive su infancia feliz. La obra avanza dando saltitos, una mirando el pasado y la otra al futuro. Es un recurso teatral poco utilizado y que da profundidad e interés a la obra. Las dos se cruzan en el medio dándose la mano y compartiendo la única realidad que les queda: la soledad y la tristeza de haber perdido a sus hijos.
El conflicto principal es conocido y los personajes ya no esperan una compensación final. La tragedia está servida y lo que es más original es la forma de presentación y el trabajo actoral de las dos Medeas: Rosa Cadafalch y Patrícia Mendoza.
El texto inicial de Medea mayor, representada de manera espléndida por Rosa Cadafalch es sublime y nos coloca desde un principio en una posición emocional con capacidad de entender todo lo que pasará a continuación. El momento del descubrimiento de la infidelidad para Medea joven, magníficamente representado por Patrícia Mendoza, nos muestra su espectacular talento.
A pesar de que algunas escenas con finalidad distractora podrían ser prescindibles, el ritmo es dinámico, ágil y resolutivo con algún punto de comicidad.
Es un espectáculo encantador que sabe transmitir el espíritu de la tragedia griega que lo acompaña, atrapando al espectador desde el primer momento.