Lacrimosa es una especie de conferencia performativa sobre el fracaso de vivir. Se estructura en dos descarnados monólogos conectados por un trágico suceso, donde los intérpretes sirven sus vulnerabilidades en crudo al público en un precioso ejercicio de autoficción lleno de ironía. Combinan el monólogo con algunos gags dialogados y varias proyecciones con estética de internet a forma de GIF o meme para conformar este retrato millenial de una generación frustrada.
Bárbara Mestanza y Francesc Cuéllar nos hablan de todas aquellas promesas frustradas que dejan como resultado un vacío interior, una incapacidad para vivir, una sensación de fracaso generacional que nos acompaña allá donde vayamos. Y es que no haya nada que defina mejor a la generación millenial que la gran mochila de expectativas incumplidas, del fracaso en mayúsculas.
La propuesta genera un ambiente tranquilo, cotidiano, sincero y muy poco efectista, tanto que los intérpretes comen patatas fritas tranquilamente con el guion en mano, para hablarnos de algunos de los temas que más atraviesan a su generación; relaciones amorosas, precariedad laboral y vital, abusos de poder, cuidados, salud mental…
Las expectativas son altas cuando te dicen que el director de My Low Cost Revolution y la directora de La Mujer Más Fea del Mundo, por nombrar dos piezas que han sacudido la escena local, unen fuerzas en su nueva propuesta. No cumplir con dichas expectativas y fracasar en su unión les hubiese ido como anillo al dedo para su discurso, pero afortunadamente no lo han logrado.