Ya ha quedado demostrado otras veces que Jordi Casanovas es todo un experto a la hora de poner en práctica los mecanismos de la dramaturgia clásica, eso sí, con mirada contemporánea. La dansa de la venjança plantea el enfrentamiento de dos personajes en un único acto y un solo espacio, con un espíritu que podríamos emparentar fácilmente con David Mamet. La propuesta explica la historia de una pareja recientemente separada que discutirá por cuestiones relacionadas con la custodia de su hijo menor de edad. A partir de este conflicto, Casanovas desarrolla un oscuro drama amoroso y familiar a través de un juego de mentiras, medias verdades y falsas apariencias que funciona mejor como thriller que como tragedia. Sin llegar a hacer nunca trampas del todo, el texto, sin embargo, abusa un poco de buscar la sorpresa en el espectador a través de secretos desvelados y otras revelaciones que hacen tambalear la coherencia de la narración en algunos aspectos. Afortunadamente, la interpretación de Pablo Derqui y Laia Marull es espléndida, entregada y consiguen momentos escalofriantes. La construcción psicológica de ambos protagonistas es minuciosa y compleja, y describe muy bien la actitud del hombre maltratador, a pesar de que la utilización de los problemas mentales de la mujer desvirtúan un poco el acertado punto de partida inicial en favor del rompecabezas. En cualquier caso, se trata de un montaje con mucha fuerza, gracias, en gran parte, a la firme dirección que Pere Riera, que, a pesar de apoyarse a menudo en efectos sonoros, sabe cómo mantener la atención del espectador en todo momento.
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