La carrera de Jordi Casanovas como dramaturgo tiene varias vertientes, pero el thriller dialéctico ha jugado siempre un papel destacado dentro de su obra. La dansa de la venjança, a pesar de que empieza como una confrontación de pareja, está totalmente orientada hacia el género. Las continúas acusaciones, los cambios de rol y de responsabilidad, los giros inesperados y sobre todo un final oscuro y lleno de sorpresas hacen que la obra entre en un terreno ya conocido. Y quizás es aquí donde pienso que decae un poco el interés, al menos para mí, puesto que muchas de las situaciones e incluso frases enteras me sonaron a ya oídas, ya vistas con anterioridad. Ya sé que el thriller acaba utilizando recursos comunes, pero es que la sombra de Paraules encadenades -y la de otras obras similares- planeó por el teatro con mucha insistencia durante toda la función.
Casanovas intenta innovar añadiendo un tema de actualidad y adornando el argumento con aires de tragedia griega, pero pienso que si no fuera por los actores el juego escénico no se acabaría de aguantar. Laia Marull y Pablo Derqui -en unos roles que les hemos visto con anterioridad- hacen un auténtico tour de force que les valdrá muchos premios y muchas alabanzas, la mayoría muy merecidas. Yo creo que en algunos momentos les cuesta defender los personajes desde una lógica naturalista, pero ya sabemos que cuando uno va a ver este tipo de obras siempre tiene que hacer ciertas concesiones y dejar la verosimilitud aparcada en la entrada del teatro. Sea como sea, Pere Riera ha dirigido un espectáculo que resulta y que convence -sobre todo en el tramo final-, y no hay que decir que el éxito de público estaba prácticamente garantizado desde antes del estreno.