Desconozco cuál fue el origen principal de este espectáculo, pero estoy casi convencido que fue el amor hacia un estilo musical que hizo furor en la década de los sesenta: la bossa nova. José Luis Sánchez, autor y uno de los protagonistas de la pieza, se pone en la piel de Vinicius de Moraes para explicar la relación que tuvo con la joven Nelita Abreu Rocha. Según se dice en la obra, Nelita fue la secreta inspiración de la famosa Garota de Ipaema y también uno de los muchos amores que De Moraes tuvo en aquella época. Estando todavía casado conoció a esta chica treinta año más joven que él, y después de varios intentos para casarse acabó huyendo con ella a Europa.
Assumpta Serna interpreta a una Nelita madura, que a causa de su carácter reivindicativo y polémico acaba en una comisaría de Río de Janeiro y es interrogada por un comisario que aquí tiene la fisionomía de Toni Sevilla. El resto de la obra son los recuerdos de la época en que se crearon las románticas canciones de Antonio Carlos Jobim con De Moraes, y es justamente aquí donde tenemos la excusa para transformar el espectáculo en un pequeño musical. Un musical que no se atreve a coger excesivo protagonismo, pero que consigue buenos momentos… como por ejemplo el de Samba en preludio, quizás una de las mejores y más sentidas piezas del repertorio.
Creo que el espectáculo hubiera ganado en una versión más íntima, y quizás no tan ambiciosa. Se quieren explicar muchas cosas, y con mucho detalle, olvidando que a veces la música lo explica todo mucho más fácilmente. Además, el escenario del Aquitania encorseta la acción para un total de ocho intérpretes, entre actores, músicos y cantantes. Pero a pesar de todo, la nostalgia por la bossa nova queda totalmente patente, y los seguidores del género seguro que vivirán una velada más que agradable.