Un aeropuerto, un retraso que afecta a un hombre de negocios. Aparece un desconocido que insiste sin descanso en querer explicarle cosas de su vida, que a aquél no le interesan en absoluto e intenta quitárselo de encima, sin éxito. Una conversación aparentemente casual hasta que… La conversación deriva en duelo dialéctico, con tensión creciente, anticipas un giro argumental y cuando te crees muy listo para haberlo visto venir, ¡plas!, un giro final que no esperabas.
El mérito, sin embargo, es que la obra no busca sorprender al espectador sin más, de forma gratuita. Aquí se habla, con toques de humor para aligerar brevemente la palpable tensión, del enemigo interior, el verdadero y poderoso enemigo, de nuestra parte oscura y la crueldad que esconde, hay cobardía, miedo, soberbia, el mal absoluto, los remordimientos y la ausencia de ellos… Todo con interpretaciones creíbles e intensas de Santi Margarit y David Òbia, que muestran la evolución anímica de los personajes. Encontramos buen ritmo en la dirección de Francesc Amaro, no siempre presente en obras como ésta, de diálogo continuo entre dos personajes y que descansa en el texto, preciso y contundente de la novelista Amélie Nothomb y adaptado por Pablo Ley ((L’esfondrament de la casa Usher).