Adaptación más bien fría de un personaje fascinante

Jane Eyre: una autobiografia

Jane Eyre: una autobiografia
12/01/2019

Muchas ganas de Jane Eyre en el Teatre Lliure. No me ha acabado de llenar pero tiene explicación: del libro de Charlotte Brontë me fascinó la infancia de Jane (Ariadna Gil) que aquí se pasa rapidito para centrarse en la relación con Rochester, el protagonista masculino interpretado por Abel Folk. Se ha focalizado, pues, el camino de encuentro del amor de igual a igual pese a mil obstáculos, la segunda parte de la novela, algo folletinesca y melodramática. El registro de Jane tampoco es el que imaginaba, demasiado nerviosa y frágil, que funciona y conecta con el público pero la Jane original es más serenamente orgullosa, y heroica, por encima de todo. El resto de interpretaciones, correctas, y me quedo con el Pastor de Joan Negrié (You say tomato), el personaje masculino que en el libro más me interesó y que en la adaptación y lógica reducción del texto ha perdido peso.

La música de Clara Peya es preciosa, casi cinematográfica y la escenografía austera, como los lugares donde vive el personaje, con proyecciones para los parajes exteriores.

Lo menos mejor: innovar con los clásicos es peligroso: la dirección de Portaceli ha creído que al libro – o en estos días- falta el punto de vista de “la loca del desván” y le ha escrito un fragmento fallido, sobreactuado e insulso, en mi opinión.

En RESUMEN: Interesante propuesta, si bien esperaba más emoción, con esta heroína adelantada a su tiempo que defiende la verdad, la justicia, la dignidad y su libertad e independencia, por altísimo que sea el precio.

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