Ivan i els gossos es un texto de la británica Hattie Naylor que relata la experiencia real del niño Ivan Mixúkov, que en los años noventa escapó de los maltratos que sufría en casa y se echó a vivir a la calle, donde lo adoptó una mandada de perros salvajes. Fue detenido por la policía, dado en adopción, y lo más curioso es que en la actualidad es militar y forma parte del ejército ruso. Sea como sea, la obra nos explica su peripecia como niño y supone un alegato contra la violencia, la pobreza y los sistemas políticos que permiten este tipo de situaciones. El texto fue pensado cómo una obra de teatro radiofónico, pero más tarde se adaptó al teatro y su éxito ha catapultado a varios actores. En Cataluña supuso el gran descubrimiento de Pol López en el 2012.
La belleza de este texto recae, para empezar, en su alegórica historia… pero también en la poética de las imágenes que sugiere. Con muy poca cosa, y de una forma muy directa, nos situamos en la fábrica donde se esconde Ivan y vemos –sin ver- todas las aventuras y desventuras que sufre. Sentimos el frío que siente el personaje, notamos la hoguera donde se calientan los indigentes u olemos la cola que los niños mendigos aspiran en su escondite… Y todo esto también es en parte gracias a la magnífica interpretación de Pau Rosell, tierna y salvaje a la vez. Una interpretación que supone una magnífica carta de presentación y que le augura un futuro espléndido. La dirección de Xavier Boada también es notable y consigue una pieza casi redonda. Quizás hay algunos momentos en que se podría haber pulido la crispación o haber encontrado más matices, pero poco podemos decir de un montaje honesto y valiente que no os deberíais perder.