Goyo es una comedia ácida que parte de un disparador excéntrico, absurdo y original para retratar las aristas y carencias de una familia aparentemente normal. La metamorfosis del hijo de la familia en armadillo nos remite a ficciones tan clásicas como La Metamorfosis de Kafka, aunque Goyo tome dirección hacia la comedia.
Como el propio Alberto Ramos asegura, el motor de esta comedia es la infelicidad de una familia. La metamorfosis del hijo y las diferentes posiciones que adopta cada personaje al respecto sacarán a relucir las diferencias y conflictos enquistados del pasado, activará la comedia y conducirá a los personajes a una divertida y tierna catarsis familiar.
Puede que la maravillosa premisa inicial no esté del todo explotada a nivel cómico, ya que el contraste de posturas entre los padres que tienen la situación más que asumida y la hermana que se acaba de enterar podría ir más lejos. No obstante, funciona muy bien como ancla temático o argumental, reflexionando sobre la evolución de las personas a lo largo del tiempo y las fricciones que eso genera en nuestras relaciones. En definitiva, Goyo es una absurda, tierna y ácida comedia que merece la pena visitar para reír y pensar sobre el cambio y la aceptación del prójimo.