Tras la trilogía sobre la Prostitución (Dona), sobre la pornografía (Jo porn, tu porno) y sobre el abuso infantil (Pruna), Queralt Riera continúa en su línea de la defensa de la mujer, la crítica al patriarcado y a la utilización de la mujer. En Pruna ya nos adentró en el mundo del abuso infantil y en esta obra de forma cruda y poética nos da un guantazo en plena cara de una realidad todavía poco reconocida.
Con una dramaturgia atrevida Queralt Riera nos sorprende con escenas cortas que intercalan casos concretos con pensamientos íntimos. Van apareciendo diferentes historias más o menos explícitas, más o menos perversas. Utiliza un recurso muy original con personas del público que leen textos y hacen suya la autoría del abuso y que nos recuerda que el más inocente y cercano puede ser la persona que puede destrozarte.
Ambas actrices, Annabel Castan y Laura Calvet utilizan un binder o chest binding para disimular los senos buscando una apariencia masculina o andrógina que se refuerza con la utilización de tirantes, creando una ambigüedad de género.
Existen dos partes diferenciadas. En la primera parte del espectáculo, el hombre es protagonista y habla de él y de los momentos más perversos y crueles. En la segunda parte, los tirantes caen y el lenguaje proviene de las niñas que ya no saben amar.
Su interpretación es impecable. El movimiento de ambas actrices es elegantísimo y adecuado al momento. Es el sello de calidad de Encarni Sánchez con algunos momentos coreográficos brillantísimos.
La máxima comunión con el público se da espontáneamente en un canon infantil muy conocido que inician las dos actrices y el público se va incorporando poco a poco hasta realizar un canto colectivo como un homenaje a tantas y tantas niñas abusadas. Fue un momento sublime que hizo saltar más de una lágrima