Que un título tan mítico como El Fantasma de la Ópera pueda verse en Barcelona, es un lujo. Un musical que mantiene intacta la majestuosidad de su partitura: cada nota sigue envolviendo y emocionando, aunque la historia en sí, vista hoy, resulte en muchos aspectos monstruosa. Por eso, lo que realmente deslumbra para mí es lo puramente teatral y musical.
Ana Sanmartín brilla como Christine con una voz cristalina y una sensibilidad preciosa; Daniel Diges, en el papel del Fantasma, transmite vulnerabilidad y fuerza a partes iguales; y Guido Balzaretti, como Raoul, completa un trío protagonista impecable tanto vocal como interpretativamente.
La escenografía, más reducida que la gran producción de Broadway, se ve compensada por el encanto del Teatre Tívoli, y los efectos de magia y el ambiente de teatro encantado terminan de sumergir al público en esta historia.
Si nunca has visto El Fantasma de la Ópera, ésta es una oportunidad magnífica: una versión con voces extraordinarias, cuidada al detalle y con la fuerza lírica que ha hecho de este musical un clásico imprescindible.