Me lo he pasado en grande con la interpretación que hace Josep Julien del gángster sin nombre, protagonista único de este monólogo de Conor McPherson. La cosa va así: Un hombre repasa ante el público los acontecimientos que le llevaron a pasar varios años en prisión después de dedicarse a intimidar por encargo para el hombre que le acaba por quitarle su mujer. La historia es dramática y jugosa en detalles, el relato mantiene la intriga y está bien aliñado con una vinagreta de anécdotas divertidas, personajes pintorescos y reflexiones irónicas. Todo ello resulta placenteramente agridulce con varios momentos realmente divertidos. Un cuento corto de buen leer. Ah! Mención especial a la traducción.
La clave de todo, sin embargo, es la interpretación que hace Josep Julien. Una señora interpretación. La única forma en que se puede hacer que el espectador se mantenga atento a la historia, en un escenario donde no pasa nada, absolutamente nada. No hay acción, todo es narración. Josep Julien lo consigue con un personaje muy bien construido y que tiene muy bien interiorizado a día de hoy, lo que le permite jugar con el personaje sobre el escenario de una manera tan natural como éste juega con un palillo durante toda la función.