Ya hace unos años que la actriz Eu Manzanares empezó a probar su faceta de dramaturga. Quizás su obra más conocida es Lo nuestro, que pasó por varias salas y fue finalista a los premios Butaca como espectáculo de pequeño formato. Ahora nos regala un texto que habla de la impostada felicidad a la que nos aboca la sociedad de consumo, de la precariedad laboral, de las crisis de ansiedad o del mobbing inmobiliario, entre otros. Un retrato ácido y crítico, servido con humor a través de dos únicos personajes: el animador que hace de mascota en un parque temático infantil y la responsable de RRHH.
La obra empieza después de un conflicto. Intuimos que ha pasado algo entro la mascota y alguno de los visitantes del parque, pero no lo sabremos del todo hasta pasado un buen rato. Esta premisa aguanta muy bien el juego, e incluso cuando sabemos lo que ha pasado no se pierde el interés ni decae la trama. Quizás el giro de la parte final parece un poco forzado, a pesar de que tiene su lógica y refuerza las reacciones de los personajes. Igual se hubiera agradecido alguna pista previa con la que poder atar cabos… pero esta es quizás una de las grandes trampas de este tipo de comedia (la sombra de El método Grönholm es muy alargada), que a veces parecen obligadas a darte la sorpresa.
Felipe Cabezas y Anna Castells nos sirven dos interpretaciones vigorosas, detalladas y muy eficaces. Se complementan muy bien, se entienden perfectamente al escenario, y en el caso de Castells ha sido una gran sorpresa descubrirla. La dirección de Sergi Pompermayer también es muy acertada, a pesar de que a ratos quizás el ritmo es excesivamente trepidante y las réplicas van un poco aceleradas. Pero en general estamos ante un magnífico producto, que esperamos poder ver por mucho de tiempo. Ah… y un punto y aparte: la meritoria escenografía de Eric Manchia, que agranda milagrosamente el escenario de la Sala Fènix.