Sensible, delicada, intensa y sobra decir que poética propuesta con dirección de Victor Àlvaro, interpretación y dramaturgia de Joan Vàzquez y música de Gerard Alonso (los responsables de la magnífica Paquito forever).
Lorca herido y sintiéndose traicionado por sus amigos Buñuel y Dalí, marcha a Nueva York donde todo le parece grande, monstruoso y peligroso, hasta que descubre la vida nocturna y un cubano le devuelve la luz y la poesía.
Whitman, que muchos conocieron a través de El club de los poetas muertos, el más importante poeta norteamericano, canta a la naturaleza, el salvajismo -incluso con un punto sensual- y loando los sentidos.
Dos visiones y momentos contrapuestos a priori: la urbe que amenaza junto con un estado de ánimo dolido y la naturaleza que calma e invita a fundirse con ella.
La intensidad poética y de emociones va en aumento y finalmente conectan Poeta en Nueva York y Hojas de hierba respetando el castellano de Lorca y traduciendo al catalán los poemas de Whitman. Los mundos de los poetas se acaban encontrando, separados al inicio por una pieza de tela blanca con una cama en medio, lugar de reposo y pasión. La música nos guía y sitúa en cada momento de los poemas y reflexiones, la tranquilidad de la naturaleza, los campos de césped, la lluvia, el tráfico ruidoso de la metrópolis, los clubes de jazz, llenos de humo, desenfreno, alcohol y deseo…