A diferencia del cine, las secuelas en el mundo del teatro son una auténtica rareza. Resulta mucho más habitual hacer reposiciones o nuevos montajes de los mismos textos que pueden aunar a fans del original con las nuevas generaciones de público, suponiendo un menor riesgo comercial. En este caso, el hecho de que Casa de muñecas sea un clásico conocido por muchos, hasta el punto de que su final se puede comentar abiertamente ante cualquiera (debe ser el spoiler más tolerado del sector teatral), hace que, probablemente, este interesante experimento tenga bastante sentido. Casa de nines, 20 anys després es un texto actual escrito por el autor norteamericano Lucas Hnath que imagina un hipotético futuro de los personajes de Ibsen, un retorno y un nuevo conflicto. Como propuesta, es atractiva en el sentido de conseguir estimular la curiosidad del espectador pero, analizándola con más profundidad, la pieza se apoya demasiado en el original, los diálogos son excesivamente explicativos y no soporta la inevitable comparación. El feminismo de Nora fue rompedor, espontáneo y, casi, en términos de ficción, podríamos decir que revolucionario en su momento. En cambio, esta nueva versión ha decidido subrayarlo de manera naif y no logra liberarse de su autoconciencia. Afortunadamente, el montaje tiene un reparto de lujo para compensarlo: Emma Vilarasau i Ramon Madaula son una pareja escénica formidable que alcanza momentos dramáticos de ejecución impecable. También Isabel Rocatti y Júlia Truyol hacen unas aportaciones interpretativas magníficas. El caso es que el espectáculo entra bien, está bien resuelto narrativamente y los fans de Ibsen es probable que queden contentos, a pesar del tono humorístico que, en algunos momentos, coge el conjunto. Eso si es que existen fans de Ibsen que, bien pensado, no lo tengo tan claro…
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