Llevamos unos cuántos años con versión casi anual de una novela de la prolífica Agatha Christie… y casi siempre con bastante éxito de público. La ratonera, Y no quedará ninguno, Testimoni de càrrec, Muerte en el Nilo, La Teranyina, etc. Un avalancha de propuestas que empezó hacia el 2014 y que ha conseguido que algunos espectadores esperen cada temporada su ración de crímenes. En esta ocasión nos llega uno de los títulos más conocidos de la autora británica, tanto por su sorprendente resolución como por el hecho de haberse adaptado al cine en dos producciones estelares.
Justo es decir que muchas adaptaciones de Christie delatan un estilo y una carpintería teatrales que acaban resultando anticuados. Esta vez, sin embargo, creo que se ha conseguido un lenguaje natural, unas situaciones más verosímiles -teniendo en cuenta el género en el que se inscriben- y un ritmo que avanza con buen pie. Además, la dirección de Iván Morales es respetuosa y se toma seriamente el proyecto. Hay escenas muy bien resueltas, un trabajo de escenografía bastante elaborado y, sobre todo, una dirección de actores más que correcta. En este sentido, solo hay que aplaudir el magnífico reparto que se ha conseguido, con unos acertadísimos Eduard Farelo, David Bagès, Anna Barrachina, Isabel Rocatti y Vanessa Segura, entre otros.
Creo que el resultado final demuestra que se pueden hacer adaptaciones de Christie desde otro prisma y con todo el respeto profesional que se merece. Es cierto que se trata de un teatro un poco anticuado, incluso superado, pero aun así está claro que con este material se pueden hacer producciones más que dignas.
