Teatro si no imposible, casi

Así que pasen cinco años

Así que pasen cinco años
24/01/2019

Admito que no he entendido nada de nada de estos “Así que pasen cinco años”, de Lorca, quien tanto me atrae. Cuestión de no ir preparado, seguramente. Vistas las caras y oídos comentarios al vuelo, no fui el único. Lorca calificó esta obra, junto a “El público”, como “teatro imposible”, y que harían falta 5 generaciones para que fuesen entendidas o aceptadas. Quizá ese es el problema, que aún no han pasado esas cinco generaciones. Sí, sabía que “el Joven” es el único personaje real y el resto son representaciones de la muerte a la que se dirige o arrastran al protagonista. Pero mentiría si dijese que entendí siquiera eso o que conecté en algún momento. Surrealismo del difícil.

Estéticamente potente, con escaleras que no llevan a ningún lado, vestuario deslumbrante, la fascinante capacidad de Lorca de crear imágenes que piensas cómo no se te ocurrieron antes y empieza con La leyenda del tiempo. Iluminación de una importancia extrema, perfecta, potente protagonista del ambiente de luces y sombras.

La compañía Atalaya Teatro (mi primera vez) tiene una elevada reputación por vanguardista, calidad de las interpretaciones, adaptación de obras difíciles y un lenguaje propio y muy personal. Esa valentía y calidad conseguida genera enorme adhesión entre quienes entran en esos códigos y los disfrutan muchísimo. No fue mi caso, por desgracia. Supongo que no es una obra de entender sino de sentir y no me llegó. O que hay que haber leído mucho de la obra antes de verla para situarse, concepto este del que discrepo. El teatro debería conectar –léase entender, emocionar— sin preparación previa. Puede sonar a recurrir a lo superficial, o a lo básico para impactar. La experiencia demuestra que no es así.

Lo mejor: la fuerza de la poesía y musicalidad lorquiana, repleta de imágenes que prenden.

Lo menos mejor: En mi atrevida y posiblemente desinformada percepción, es la traslación a escena de una pesadilla, y los sueños, por definición, son aburridos para quien no los experimenta, carente de los códigos y simbolismos de las imágenes.

← Volver a Así que pasen cinco años

¡Enlace copiado!