Ya hace tiempo que la cartelera se ha llenado de obras que podríamos denominar “testimoniales” –una variante dentro del teatro documental-, donde el autor, el actor o la actriz explican directamente un caso personal y elaboran una catarsis colectiva acompañados del público asistente. Se nos ha hablado de la pérdida de un hijo (Llibert, Una gossa en un descampat), de abusos sexuales (Sucia), de la intersexualidad (Hermafrodites a cavall) o de la extirpación de un pecho (360 grams, y ahora también Adéu, Jane). Hay diferentes maneras de hacerlo, y bien es verdad que los resultados han demostrado que se trata de un subgénero vivo y, de momento, con una larga vida.
En la obra de Clara Moraleda, ella misma nos explica cómo perdió un pecho a la edad de 17 años. Lo explica con la ayuda de dos personajes más que desdoblan su personalidad. Entre las tres actrices se escenifican las visitas médicas, las idas y venidas a la psicóloga, las conversaciones con una amiga o la incipiente relación con un chico que conoce en un viaje. Lo mejor es que la estructura y el tono de la obra encajan perfectamente y nos hacen entender -y compartir- todas las dudas y toda la desazón de la protagonista. Además, no se renuncia al humor ni a la música, consiguiendo así que la empatía sea todavía mayor.
Moraleda –vista en musicales como Mar i Cel, Scaramouche, Fang i setge o El despertar de la primavera– aborda la interpretación de la obra, y también el epílogo final, con una valentía realmente admirable. Laura Dorca y Joana Roselló la acompañan con solvencia y demuestran ser también dos grandes actrices. En definitiva, un espectáculo que os puede impactar, pero que no os decepcionará… ya sea por su valor testimonial, por la forma como está explicado o por sus brillantes interpretaciones.