Es curioso que Cesc Gay utilice en teatro un tono tan diferente al que estamos acostumbrados a verle en el cine. Si incluso Sentimental, la versión cinematográfica de Els veïns de dalt, parece otra cosa… Supongo que el medio marca un determinado tono, como en estos 53 diumenges, que siguen en la línea de un teatro de bulevar con calidad y con trasfondo dramático. Y es que la historia que planea por encima de los tres hermanos protagonistas pesa como una losa y emana una trascendencia que acabará pasando factura.
Pero que nadie se engañe. Estamos ante una comedia pura y dura, de las que distraen y empatizan al instante con el espectador. La historia de los hermanos que se reúnen para decidir qué hacen con el padre conecta enseguida con el público, y a base de situaciones muy reconocibles y una buena dosis de costumbrismo acabamos en un final quizás un poco precipitado… pero no por eso menos efectivo. Y todo gracias a unas interpretaciones eficaces, cosa que no extraña a nadie viendo un casting tan interesante como este. Pere Arquillué y Marta Marco juegan con unos personajes muy marcados y exprimen, siempre que pueden, toda la comicidad de las situaciones. Por su parte, Àgatha Roca vuelve a exhibir una fina ironía de forma absolutamente natural y orgánica, mientras que Lluis Villanueva nos regala un personaje bastante diferente a los que nos tiene acostumbrados. Un buen recital de este cuarteto de actores, que como era de esperar no falla ni un solo gag.
Podemos decir, pues, que estamos ante una comedia efectiva, elegante y bien ejecutada que, poco a poco, va definiendo el estilo teatral de Cesc Gay. Estamos esperando su tercera incursión en los escenarios, ya que seguro que nos acabará de dar la pista definitiva.