Recuperando al mejor Daulte

4D òptic

4D òptic
26/12/2018

Hace 15 años del estreno original de 4D Òptic, la primera producción de Javier Daulte hecha en Cataluña y con reparto catalán, después de irrumpir en el panorama local con dos obras argentinas que trajo de gira a Barcelona: Gore y Bésame mucho. Su aparición en nuestro ecosistema teatral supuso un antes y uno después, principalmente, en dos aspectos. El primero, por la refrescante nueva manera de actuar, más espontánea, natural y desacomplejada de sus actores que rompía con nuestro más académico estilo autóctono y que, más adelante, hemos podido seguir viendo en los montajes de otros directores argentinos como Claudio Tolcachir, Daniel Veronese o Nelson Valente. En segundo lugar, la utilización de géneros como la ciencia ficción, casi inexistentes en los escenarios de aquellos tiempos, abriendo, de este modo, camino a autores posteriores como Clàudia Cedó, Marc Angelet o Roc Esquius, entre otros muchos.

Más de una década más tarde, la gran sorpresa es comprobar que la pieza todavía conserva su poder de fascinación original y continúa teniendo una capacidad de sorpresa que muchos espectáculos similares que hemos visto después no han podido superar. El ejercicio narrativo de Daulte en 4D Òptic es elaborado, fino y, en definitiva, impecable. De forma magistral, mezcla géneros como la ciencia ficción, el vodevil, el thriller hitchcockiano, la comedia paródica o el melodrama romántico con una facilidad increíble, consiguiendo que el conjunto fluya de forma coherente y ágil. Además, deja espacio para reflexiones filosóficas muy interesantes o ingeniosos elementos metateatrales.

Dos ejes narrativos divididos en dos dimensiones y dos personajes para cada actor son la base para construir dos historias entrecruzadas con una lucidez dramatúrgica insólita, una compilación de soluciones escénicas brillante y una destreza narrativa prodigiosa. Hay que mencionar que todo el reparto sabe jugar sus cartas a favor de la propuesta, especialmente, un Jordi Rico en estado de gracia. Curiosamente, obras posteriores del mismo Daulte no han logrado este virtuosismo ni esta habilidad de hacer de la dificultad virtud, de forma que, probablemente, se trate de la cima de su carrera, hasta el momento. Por este motivo, recuperarla ha sido una maravillosa decisión y un pequeño milagro de los que no pasan demasiado a menudo.

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