El bailarín y coreógrafo ruso de origen polaco, Vátslav Nijinski (1889-1950), fue uno de los bailarines más dotados de la historia. Solista en el teatro Mariinski, invitado al Bolshoi y bailarín principal en los ballets rusos de Serge Diaghilev, fue célebre por su virtuosismo y la profundidad de sus caracterizaciones. Sus actuaciones inigualables lo convirtieron en un ídolo para los fanáticos, mientras que su coreografía evocadora y sensual provocó disturbios en los teatros de París.
En un trágico giro de los acontecimientos, Nijinski sucumbió a los efectos de la esquizofrenia y pasó el resto de su vida entrando y saliendo de centros de tratamiento. Su última actuación fue en un hotel en Suiza el 19 de enero de 1919. Tenía 29 años y, con una carrera de solo 10 años, se convirtió en una auténtica leyenda.